Vistos el acero y el oro en la primera de estas dos entregas (leer aquí), abordamos en este artículo el titanio y el platino, otros de los materiales más extendidos en la construcción de las cajas de los relojes.

La excelencia del platino.

El hecho de que el platino sea aproximadamente unas treinta veces más escaso que el oro lo convierte en probablemente el material más preciado por los coleccionistas y por ende el reservado por las grandes manufacturas para la creación de algunas de sus piezas más exclusivas. Adicionalmente, el platino atesora debido a su tonalidad plateada la propiedad de la discreción. Muy al contrario de lo que podría suponerse, son muchos los connaisseurs que valoran un cierto anonimato en sus piezas ya que el motivo de su adquisición no es, bajo ningún concepto el de la ostentación o exhibicionismo de las mismas, sino su disfrute particular.

De este modo, en el platino encuentran la exclusividad de un material precioso menos común que el oro – obviamente a un precio más elevado – pero que transmite en cierto modo la habitualidad de un material tan extendido como el acero. En este mismo sentido y volviendo por unos instantes al oro, también su variante blanca (la que añade plata y paladio al metal puro) proporciona este carácter discreto con una inversión más asequible.

Al igual que el acero y el oro, el platino es resistente a la corrosión además de antialergénico, en tanto que su densidad alcanza los 21,4 gr/cm³ lo que lo convierte en el material más denso de cuantos estamos analizando y, en consecuencia, del que derivan las cajas con un mayor peso. Al contrario que el oro, del que hemos resaltado su elevada maleabilidad, el platino es un material altamente resistente y rígido que lo convierte en ideal para los engastados, pero en uno de los más difíciles de trabajar requiriendo de herramientas específicas para su mecanizado. A pesar de esta resistencia, la dureza del platino tiene un valor de 4,3 en la escala de Mohs, es decir, superior a la del oro pero notablemente inferior a la del acero.

Al igual que sucede con el oro, también el platino utilizado en las cajas de los relojes responde a una aleación. Concretamente y partiendo del platino puro conocido como 999 en referencia a la proporción del 99,9%, el utilizado en alta relojería es el conocido de nuevo con el término “de ley”, con una pureza del 95% e identificado con el sello Pt950. El 5% restante de la aleación la forman materiales como iridio, paladio, rutenio, tungsteno o cobalto.

Con el platino se asciende un escalón adicional en la pirámide de los precios. Un escalón que, en muchísimas ocasiones no es debido únicamente al valor implícito del propio material, sino que a él se añade el hecho de que la mayoría de las piezas manufacturadas en platino responden a ediciones especiales o limitadas.

La ligereza del titanio.

El acero por su abundancia, lo cual implica precios finales más bajos, el oro por su nobleza y el platino por su rareza y excelencia. Estos podrían ser los principales argumentos que soportan la utilización de estos tres materiales en la construcción de cajas. Pero en la introducción de este artículo se mencionaban nuevas incorporaciones, materiales que progresivamente se han ido adoptando por la industria relojera y que, en muchas ocasiones, deben este privilegio a razones de índole tecnológico que contribuyen a la mejora del producto final como, por ejemplo, la comodidad de uso de los guardatiempos.

Este es precisamente el motivo de la aparición del titanio debido a su baja densidad, lo que desemboca en cajas más ligeras. Y es que la densidad del titanio es de 4,5 gr/cm³ frente a los ya vistos 8 gr/cm³ del acero, los 19,3 gr/cm³ del oro o los 21,4 del platino. En resumen, para una misma caja, el peso resultante si se toma el titanio como material en su construcción es prácticamente la mitad respecto del acero, más de cuatro veces inferior al oro y casi cinco veces más ligera que el platino.

A esta excelente densidad se le añade una dureza de 6 en la escala de Mohs – similar a la del acero – lo que convierte al titanio en uno de los metales con la mejor relación dureza-densidad o, lo que es mismo, ligereza con alta resistencia a los arañazos. En ocasiones y a pesar de este excelente registro de dureza puede parecer que el titanio es más sensible a las micro-rayas que, por ejemplo, el acero. En realidad, lo que sucede es que la mayoría de las cajas que toman el titanio como material de construcción presentan acabados cepillados o satinados, es decir, un acabado mate que hace que el brillo al que da lugar el arañazo sea mucho más notorio. Este efecto se incrementa debido a la pátina que con el uso y el paso del tiempo va adquiriendo su superficie.

A pesar de que existen alrededor de 50 graduaciones designadas de titanio y sus correspondientes aleaciones, tan solo una cantidad inferior a la mitad de estas tiene una disponibilidad inmediata. De hecho, y en este sentido, la ASTM (American Society Testing and Materials) reconoce un total de 31 graduaciones (incluyendo las de disponibilidad no inmediata) de las cuales las cuatro primeras – Grados 1 a 4 – responden a titanio puro y se diferencian entre ellas únicamente por su contenido de oxígeno. De todas estas graduaciones del titanio el Grado 5 es el que se lleva el 50% de las aplicaciones para las que se utiliza – aeronáutica entre otras – representando casi la totalidad del titanio utilizado en relojería. Este Grado 5 del titanio se conoce también bajo la referencia 6Al4V debido a la existencia del 6% de aluminio y de un 4% de vanadio en la aleación.

Refiriéndonos a los precios de adquisición, los relojes que presentan la caja manufacturada en titanio sitúan sus precios entre los correspondientes al acero y el oro, mucho más cerca del primero que del segundo.

De haber escrito este artículo hace algo menos de una década se podría decir que, al respecto de los materiales utilizados en la construcción de las cajas de los relojes, estaría casi todo dicho. De las relativamente nuevas incorporaciones únicamente se ha hecho referencia al titanio ya que fue uno de los pioneros en aventurarse en un mundo reservado al acero, al oro y al platino. Pero el paisaje ha cambiado, y mucho, durante esta última década con la incursión de nuevos materiales, compuestos y aleaciones. De todos ellos hablaremos en otra ocasión.

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